¿ALGUIEN QUE SIGUE TU TRABAJO O UN/A FAN ESTÁ CRUZANDO EL LÍMITE?

Estás mirando tus redes, acabas de publicar algo sobre tu trabajo, por ejemplo, unas estrofas de tu última canción, un nuevo contenido en youtube o la publicidad de tu última obra de teatro. Y de repente ¡zas!, 7 mensajes larguísimos, otra vez, de ese fan que no para de comentar, halagar o juzgar todo lo que subes. Te entra ansiedad, te enfadas, pero luego te sientes culpable, porque una parte de ti piensa que gracias a esos comentarios tu trabajo se mueve. Te cuesta poner el límite: si dices algo parece que le das más importancia de la que tiene. Y si no haces nada, puedes sentir agobio o incluso miedo, y tienes un lío… “¿Debería hacer algo?” “¿Debería dejarlo estar?” …

Lo primero que podemos hacer es reconocer que es algo que nos molesta. Sin culpa. Porque no siempre ser conocido es agradable ni sus consecuencias lo son. Si somos capaces de decírnoslo con cariño, reconoceremos el malestar y le daremos espacio para validarlo. Es decirnos a nosotros mismos: “este tema me preocupa”. El cuerpo reconocerá inmediatamente que vas a escuchar, así que dejará de “llamar” en forma de ansiedad, tristeza o síntomas corporales. Cuando reconocemos y validamos lo que sentimos, nos relajamos y somos más capaces de encontrar soluciones.

Por otra parte, podemos intentar recordar lo que sentíamos cuando veíamos, leíamos o sabíamos algo sobre la persona a la que admirábamos o que nos gustaba mucho (puede ocurrirnos en el presente). Entender lo que piensa y siente el otro nos ayuda a entender por qué hace lo que hace. Y nos ayuda a aliviar lo que ocurre en nosotr@s. Si crees que puedes poner el límite de manera educada y asertiva, hazlo. Hay muchas maneras y estrategias para hacerlo (hablaré de ello en otro post más adelante) y tienes derecho a ello. Solo es importante que reflexiones sobre los pros y los contras y te conozcas tanto que sepas de qué maneras puedes hacerlo.

Si lo que ocurre es lo bastante grave como para que te dé miedo, siempre es una opción consultar con la policía o con algún abogado. No tengas miedo de hacerlo, aclararán tus dudas y estar informado es bueno siempre, en todos los contextos.

Si, por último, crees que no va a ir más allá, intenta agradecer la parte bonita de esa popularidad y relativizar la parte que más te preocupa.

Pero ¿qué significa relativizar la parte que me preocupa de la popularidad? Creo que pensar en nuestra imagen pública como un “personaje” puede ayudarnos a diferenciar esos dos aspectos. Las personas siguen a ese personaje, porque no nos conocen realmente, así que siguen a una creación tuya, como quien se pone 50 veces seguidas tu canción o ve 50 veces tu película. Ese personaje es tu parte pública, la que quieres que vean las demás. Es una parte de ti, real y auténtica, pero no eres tú en tu totalidad. En otro momento hablaremos de esa dualidad entre el “yo público” y el “yo personal o íntimo”. Y esas dos partes deberían conocerse, quererse y respetarse, dándose su espacio. Esto evitará que entren en conflicto continuamente.

Alguna vez te tocará poner el límite a algún fan o seguidor/a. Pero para cuando lo hagas, espero que hayas hecho ese trabajo de reflexión, introspección y asimilación previo que hará que te conozcas tanto que sepas exactamente el límite que quieres poner. ¡Ánimo porque si estás leyendo esta entrada, es porque ya has empezado a hacerlo!.

Hazlo aquí.

Post Comment