¿TENGO EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR?

El síndrome del impostor consiste en pensar que no somos lo bastante buen@s en lo que hacemos, y que, de alguna manera, los demás acabarán dándose cuenta.

¿Alguna vez has pensado, a pesar de tu éxito, que no trabajas bien o que en el fondo no te mereces estar donde estás? Estos pensamientos pueden hacer que dejes de grabar cosas por miedo al qué dirán, que dejes de exigir cosas en tu contrato por pensar que no las mereces, o que no te atrevas a replicar en una reunión porque pienses que tu opinión no es importante.

Si eres una persona conocida por tu trabajo, puedes pensar que eres un fraude o que estás ahí gracias a golpes de suerte de la vida, pero que realmente no te mereces “tu puesto” en tu profesión. Si te dedicas a la música, puedes pensar “con este disco he tenido suerte, pero el siguiente es posible que no le guste a nadie”. Si te dedicas al teatro o al cine, a lo mejor has pensado “nunca llegaré a actuar igual de bien que esta persona, y me cogen porque soy joven, no porque actúe bien”. Si creas contenido, lo mismo piensas “pronto no tendré nada más que ofrecer porque en el fondo soy un fraude, la gente se dará cuenta y dejará de seguirme”.

Esa presión, con frecuencia, tiene que ver con la autoexigencia (causada por múltiples motivos, como experiencias de la infancia, pensamientos irracionales o padres muy exigentes, por ejemplo).

Podemos aprender a valorarnos y a creer que somos profesionales, que lo que tenemos lo tenemos gracias a nuestro trabajo, y no gracias a la suerte o a los demás. A partir de ahí podremos recibir los aumentos, premios y oportunidades con alegría en vez de con miedo al fracaso. Podremos sentir que lo que hacemos es lo que queremos hacer y que se nos da bien. Podremos decirles a los demás “Estoy aquí gracias a mi trabajo y esto es lo que quiero decir y elegir hoy”.

Atrévete a perder el miedo. No eres un fraude.

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